sábado, noviembre 13, 2004

El día más feliz de mi vida (hasta ahora)


Sobre esta ocasión sólo comentaré que en este día, en una de las tantas fiestas jet-set a las que he ido, conocí a la que antes era mi amor platónico: Claudia Lizaldi. No me resta más que decir que hoy comprobé por enésima vez que la perfección humana no es algo inalcanzable; por el contrario, más que una aspiración, es algo posible y –sobre todo- sumamente necesario ¿por qué? Kant decía que “lo bello es lo que nos acerca al principio de lo absoluto, de lo divino” y creo que sencillamente al contemplar algo perfecto nos recuerda hacia dónde podríamos –o mejor dicho deberíamos- encaminarnos, como raza y como individuos: a ese ideal de perfección que desde siempre el hombre ha soñado con alcanzar; aquel lugar que lejos de estar en alguno de los cielos habidos y por haber se encuentra, primero, en nosotros mismos.