jueves, octubre 28, 2004

De Horas


Hoy vi a RN después de varias semanas de no vernos, fue un encuentro bastante agradable. Acompañamos nuestra conversación con unos frappés y mientras intercambiábamos nuestras ideas, pensamientos y opiniones (no muy distintas, dicho sea de paso) nuestros vasos se vaciaban y nuestros relojes nos indicaban –de manera irrespetuosa- que poco a poco se acercaba el tiempo de nuestra despedida. Platicamos un par de horas sobre lo que habíamos hecho últimamente, sobre algunas experiencias, sobre algunos deseos. Fue una de esas charlas donde descubres muchas similitudes entre tu interlocutor y tú; de esas conversaciones que te gustaría que duraran mucho más pero simplemente tú sabes… los minutos pasan y la cotidianeidad no puede esperar.
Después de aquella reunión tenía que regresar a mis obligaciones, así que fui a mi clase de Historia Socio-Política de México no sin antes hacer una llamada de despedida, la segunda llamada más larga que he hecho desde mi celular, después de aquella que hice a Madrid. Esa llamada me hizo recordar que no soy nada bueno para las despedidas y que definitivamente no me gustan algunas sensaciones que provocan ciertas ausencias.
Y la Luna… tan maravillosa como siempre y como nunca.